Circo, escuela de vida

Mi madre Elisa Riego, conocida en el ambiente circense argentino como “La Nena” Riego nació en Río Claro, Brasil en 1933. Hija de Fredy Riego y Rosie Dickinson, artistas que llegaron a Argentina alrededor de 1935 y que venían de trabajar en el circo Sarrasani con varios números, entre ellos, “El Trono” de 4 hombres de altura.

Desde muy niña Elisa aprendió a desenvolverse en diversos números circenses y hasta llegó a ser la cuarta altura de “El Trono” en el circo de los Hermanos Rivero.

Sus números fuertes fueron: percha, vuelos, alambre, cuerda indiana…

Pero la vida en el circo prepara a las personas para los buenos y malos momentos, da herramientas para vivir y sobrevivir, ningún obstáculo parece difícil de superar, por eso cuando finalmente mis padres Elisa y Carlos abandonaron el mundo circense, tuvieron que aprender a ganarse la vida en otros ámbitos, a establecer su hogar en un lugar fijo, a cobrar una sola vez por mes, y no cada semana como era costumbre en el circo.

El cambio no fue fácil y sé que mi madre añoraba sus años de artista. Consiguió un trabajo en la cafetería del Sindicato de Variedades mientras su mente estaría imaginando algo más… Un día conoció a una mujer a quien le gustaba trabajar con niños y se le ocurrió que serían una buena dupla. Su padrino Remigio, su hermano Tito y Pablo, hermano de mi padre, habían sido buenos payasos, entonces se consiguieron ropa, aprendieron a pintarse, buscaron su propia identidad payasa, se asesoraron y aprendieron todas las entradas que se hacían en el circo. En homenaje a su padrino utilizó su mismo nombre de payaso: “Paganini”. Así comenzaron a animar fiestas infantiles, cumpleaños, días del niño y todo evento que las convocara. De lunes a viernes trabajaba en el Sindicato y los fines de semana era payasa! Mi madre decía que el dinero no alcanzaba y que lo hacía por eso, yo creo que estaba tendiendo un puente entre sus dos vidas, la de circo y la nueva vida estable. Como si se mirara en un espejo, la primera que se reía de su payasa era ella y recuperó la alegría.

Trabajaron mucho tiempo pero de esto hace ya unos 30 años. Hoy tiene 76 y hace unos meses una vecina de su barrio no tenía dinero para festejar el cumpleaños de su hija, mi madre la miró y le dijo: ¿cuál es el problema? No te preocupes, prepará la torta que lo demás te lo soluciono yo. Pidió ropa, peluca, pintura, se preparó y riéndose se fue caminando hasta la otra esquina para animar la fiesta de cumpleaños. La niña estaba feliz pero mi madre mucho más.

¿Creen ustedes que habrá algún artista en el mundo que haya abandonado el circo y que no regrese alguna vez de algún modo?…

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