Los Hermanos Mazeika, artistas lituanos en Buenos Aires

Cuando al lituano Pobilas Rutkus lo enrolaron durante la Primera Guerra Mundial no imaginó que dedicaría el resto de su vida al circo y del otro lado del océano, en Buenos Aires.

Tenía 21 años cuando la República de Lituania fue ocupada por Alemania y no tuvo otra opción que marchar junto a su primo León Mazeika hacia Ucrania para finalmente llegar a Alemania. Pero antes de terminada la guerra ya habían encontrado una actividad que los alejaba del horror, les generaba nuevas esperanzas y los guiaba hacia nuevos mundos.

Pobilas no se sentía bien pensando todo el tiempo en la muerte y en la pérdida de los compañeros caídos y creía que estos pensamientos no eran beneficiosos para nadie. Fue entonces cuando comenzó a imaginar con su primo algún tipo de entretenimiento, alguna forma de liberar la mente, de respirar otros aires y lo primero que se les ocurrió fue relacionado al deporte que a ambos les fascinaba, el boxeo. Recordando a los artistas callejeros que habían visitado su ciudad, se entusiasmaron con la idea de agregarle algo más artístico a esa actividad y comenzaron a preparar un número de gimnasia y levantamiento de pesas. Un checoslovaco entrenado en las artes circenses los vio y les enseñó a pararse de manos, a realizar una presentación artística con el saludo correspondiente, a elegir cuidadosamente sus ropas hasta que fueron armando el acto de gladiadores que en adelante presentarían como “Los Hermanos Mazeika, los ases de la fuerza hercúlea”. Entraron a trabajar en el circo Krone que era, junto con el Sarrasani y el Haggenbeck, uno de los circos más importantes de la época. Después de unos meses de trabajo con mucho éxito y habiendo ahorrado algo de dinero decidieron tomar un barco desde Hamburgo hacia Estados Unidos. Cuando estaban por arribar les informaron que la oficina de migración en Estados Unidos estaba cerrada y que iban a llegar a Cuba, lugar en el que finalmente bajaron en 1925. Poco después estaban trabajando en el Circo Pubillones y Pablo (en América le tradujeron el Pobilas original) conoció allí al francés Fredy Riego quien sería, 40 años después, su consuegro. Fredy sabía varios idiomas, lo que les permitió a ambos comenzar a conocerse hablando en alemán, lengua que compartían.
Luego de unos meses de experiencia en el circo decidieron abandonarlo creando una compañía entre los Mazeika, los Riego, los Cantillana y comenzaron a viajar hacia el sur en carros, balsas, trenes, con presentaciones exitosas en cada uno de los países que visitaban: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia hasta llegar en 1928 a Argentina. En los programas y publicaciones de la época puede leerse:
“Gran Circo América anuncia para la función del domingo el acto de resistencia de uno de los hermanos Mazeika, ¡sobre cuyo cuerpo pasará un auto con 16 personas!”

Sus presentaciones eran increíbles actos de fuerza física: doblaban hierros, clavaban clavos sobre madera con los puños limpios o se acostaban sobre clavos resistiendo un yunque al que se golpeaba con martillos, además del impresionante número de resistencia mandibular en donde León sostenía una escalera con los dientes sobre la que trabajaba Pablo.

En Argentina trabajaron en numerosos circos como el de Manetti o Fascio. También con los ya célebres Hermanos Podestá y formaron parte de la famosa compañía de los Hermanos Rivero. En esa época Pablo Rutkus se casó con Olinda Galli, nieta de Sebastián Suárez quien había inaugurado el primer circo argentino en Buenos Aires en 1860. Al poco tiempo nació Pablito, su primer hijo.

León Mazeika insistía en que era el momento ideal para armar su propia carpa porque el circo era el espectáculo popular más esperado en los pueblos, pero Pablo pensaba que debía abandonar su actividad artística, quería obtener un empleo en el ferrocarril aprovechando la experiencia adquirida en la guerra. Discutieron, no se ponían de acuerdo. León buscó los papeles que daban cuenta de la experiencia de Pablo como trabajador ferroviario y los quemó, no dejándoles otro camino que el que ya conocían debajo de la carpa.

Olinda se sumó al acto de gladiadores y junto a su madre comenzó a coser la que sería su primer carpa de lienzo, mientras Pablo y León armaban las 400 sillas de madera que ocuparían los espectadores del Circo Kaunas. En 1937 se instalaron por primera vez en un terreno al costado de las vías del tren que va hacia La Plata, entre las localidades de Plátanos y Hudson. La carpa de lienzo era muy poco resistente, razón por la cual la armaban por la mañana y la desarmaban al terminar la función. Cuando el clima no los dejaba trabajar se quedaban en la casa de Plátanos, en los amplios terrenos que habían comprado a una cuadra del arroyo. Nacieron Carlos, que siguió trabajando en el circo hasta los 35 años, y Nelson. Cuando pudieron comprar la carpa impermeable de lona Alpargatas, salieron de gira por el Gran Buenos Aires y el interior del país. Estando en San Juan en 1952 ocurrió uno de los terremotos más fuertes que sufrió la provincia y seguían allí el día que falleció Eva Perón: cuando se detuvo la función para anunciar su muerte, la gente se levantaba de sus sillas en silencio y así, entre lágrimas, abandonaba el circo.

Esa fue la gira más larga que hicieron sin volver a la casa de Plátanos, estuvieron durante 5 años ininterrumpidos recorriendo San Juan, Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires.

En 1953 el circo Kaunas cambió su nombre por el de Shangri-La hasta el día de su cierre definitivo, un año después de mi nacimiento, cuando una tormenta destrozó la carpa y ya no hubo manera de repararla.

Mi abuelo Pablo dedicó su vida al circo; cuando lo dejó definitivamente tenía 70 años. Recuerdo su particular acento lituano contándonos la historia de su vida y mostrándonos su álbum de fotos, mientras la revivía una y otra vez, de Lituania a Buenos Aires.

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