Una mirada al circo en Costa Rica: historia antigua-1995

Introducción

El presente artículo se origina en la investigación “Compilación para una memoria: El Circo en Costa Rica” realizado por la Asociación Cultural Arte y Circo (ASOCARTE) y financiado en su primera fase de recolección de información por el Programa Nacional para el Desarrollo de las Artes Escénicas (Proartes) y el Teatro Popular Mélico Salazar del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) de Costa Rica.

Dicha fase se enfocó en la construcción de una memoria escrita y audiovisual del desarrollo de las artes circenses en Costa Rica, con el fin de recuperar la “voz perdida” del circo desde nuestras raíces precolombinas hasta la actualidad, que nos permita mirarnos en el espejo del tiempo, enraizarnos en nuestra historia y re-crear nuestra identidad artística, personal y social.

De esta manera el presente escrito es una primera mirada a esta fascinante historia y abarca la Historia Antigua, el Periodo Colonial, el Periodo de Apogeo de la República Liberal y el Circo Tradicional.

Los temas del Nuevo Circo y Diagnóstico del sector circense actual, así como el payaso en Costa Rica, serán presentados en artículos posteriores.
Como principales hallazgos podemos introducir que estamos de acuerdo con otros investigadores de circo que el origen de las artes circenses es milenario1 y que son “una teatralización de los rituales que han conservado a través de los siglos el espacio circular y la comunicación directa con los espectadores”2.

Encontramos en la historia de Costa Rica manifestaciones culturales ligadas al ritual circense que pueden rastrearse desde la época precolombina hasta la actualidad en tradiciones indígenas, fiestas populares y expresiones artísticas. Todo lo cual conforma un inconsciente colectivo del circo en la sociedad costarricense.

A finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX, existió el Circo de San José que funcionó durante varios años en su redondel ubicado entre lo que es hoy en día el Parque España, el Jardín de Paz y el Centro Nacional de las Artes (CENAC). Este circo fue una mezcla de toros, pantomima y acrobacias. Además entre 1867 y 1914 nos visitaron numerosas compañías circenses y acrobáticas desde Norteamérica y Europa.

Los circos con carpa que existieron en el país fueron fundados en su mayoría por extranjeros que se establecieron en el país. Destaca el Circo Miller propiedad de la costarricense Ana Ramírez y Miller Rojas, de nacionalidad colombiana.

Entre los circos con carpa se pueden nombrar el Royal Play, el Estadio, el Tico, Las Estrellas de Chicharrón, que con el tiempo tuvieron que “bajar la lona” por la rígida legislación nacional referida a espectáculos públicos obligándolos a adaptarse a otros espacios y contrataciones privadas.

I. Historia Antigua

La investigadora argentina Beatriz Seibel describe en sus escritos como los malabaristas y acróbatas viajaban juntos en grupos en Oriente, hace 3.000 años, específicamente en China “el arte acrobático tiene una historia de más de 2.000 años”3.

“En América, en las cerámicas mayas se representaban los contorsionistas y en los dibujos precolombinos se encontraban entre distintas acrobacias las pruebas de antipodismo y el baile de zancos”4.

Costa Rica territorio de mediación entre las dos grandes Américas registra también en su historia antigua antecedentes originarios y rituales de las manifestaciones actuales de las artes circenses como la danza de “El Volador” juego ceremonial practicado en la Gran Nicoya, de influencia Mesoamericana.

De acuerdo a la descripción y al dibujo que realizó el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo y que el investigador Luis Ferrero rescata en sus investigaciones, el juego del volador consistía en un palo alto rematado por la figura de un dios del cacaguat que personifica la comunicación entre el inframundo y el mundo superior; en la cumbre se ponía un marco rectangular amarrado con cuerdas que permitía girar y realizar maniobras atléticas. Las cuerdas eran retorcidas alrededor del poste y entonces dos o cuatro hombres se colgaban de las cuerdas, atados y giraban rápidamente hasta llegar al suelo. Uno traía en la mano un abanico con plumas y en la otra un espejo; el otro jugador un arco y un manojo de flechas5.

En la región de influencia mesoamericana en México, en Papantla, Veracruz, aún persiste en la actualidad la ceremonia ritual de los voladores, similar a la que se practicaba en la Gran Nicoya: uso de aparatos giratorios y maniobras acrobáticas.

II. Periodo Colonial

Por otra parte, las fiestas populares y patronales presentes aún en las celebraciones comunitarias costarricenses, sincretismo de la herencia española y las culturas antiguas constituyen con sus mascaradas, zancos y juegos otro de los hilos que conectan el inconsciente colectivo con el ritual originario del circo.

Por ejemplo, la Fiesta de los Diablitos de la cosmovisión indígena brunca es un juego-ritual en el que durante tres días los borucas (o bruncas), celebran la defensa de su identidad, territorio y costumbres. La dinámica en la que los diablitos son los indígenas y el toro es el español, tiene una estructura cómica que podría relacionarse con el concepto de clowns sagrados, que estudia el dramaturgo e investigador chileno, Andrés del Bosque, así como otros expertos del tema.

Para Del Bosque6, el “clown sagrado” presente en los rituales comunes en las más diversas culturas originarias en América y todo el mundo, es un mediador entre vivos y muertos, entre lo cómico y lo serio, entre la tragedia y la comedia. Los payasos sagrados conocidos con diferentes nombres en cada pueblo, como “Heyoka” para los Sioux y “Lakota” en Norteamérica, “Los Curcuches” en Perú, “El Coyón” en Chile o “El Cusillo” para los Aymará cumplen su función sagrada de develar verdades profundas a través del humor, el absurdo y la locura.

Si bien el payaso europeo es nuestro referente conocido, podemos crear desde un referente más cercano y concebir un personaje “que enfrente desde las contradicciones, la muy humana ambigüedad, los aspectos más aterradores y/o secretos de la vida misma”. De esta forma, investigaciones sobre el payaso sagrado en América nos convoca inevitablemente a crear una identidad de este personaje desde nuestras raíces culturales.

III. Época del Apogeo de la República Liberal en Costa Rica (1867-1914)

Para entender la dinámica del quehacer cultural y el rol del circo dentro de este periodo es importante conceptualizar el ambiente demográfico y socio-económico de Costa Rica, así como el planteamiento político liberal enfocado en educar o culturalizar a sus pobladores.

De acuerdo con el censo de 1887 la población total de Costa Rica era 182.0737 llegando a 430.7018 en el censo de 1915. La mayoría ubicada en el Valle Central9, seguido por otras concentraciones poblaciones como Liberia (norte), Puntarenas (costa pacífica) y Limón (costa atlántica). El analfabetismo era la norma. Las diversiones culturales como el teatro, la música y la literatura, atendían a la élite. Las fiestas con toros, herencia de los españoles, constituía la diversión de fin de año.

Rafael Cuevas Molina en su artículo La Cultura en Costa Rica: Una permanente Construcción10 describe: “Culturalmente, en la segunda mitad del siglo XIX y las primeras dos décadas del XX se dieron en el país una serie de importantísimos cambios que llevaron al perfilamiento de la Costa Rica moderna. Éstos tuvieron su origen tanto en las transformaciones económicas, sociales y políticas gestadas por la incorporación del país al mercado mundial a través de las exportaciones del café, como en el asentamiento en el poder político de los grupos de ideología liberal a partir de la segunda mitad del siglo XIX”.

La ciudad se convirtió en el espacio natural en donde se desarrollaron los ideales culturales progresistas. Es el período de la historia costarricense cuando se produce “la ruptura entre la cultura rural (campesina, católica y española) y la cultura urbana (liberal, masona y europeizante)”11.
Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX visitaron el país numerosos circos y compañías acrobáticas itinerantes que viajaban por las Américas, el Caribe y Europa. En 1867 llegó el primer circo: El Gran Circo California de G. Orrin12.

La Familia Orrin, de origen inglés, se asocia con varios artistas y empresarios circenses en todo el continente americano. Utilizaron diferentes nombres para su circo a lo largo de su existencia; cuando llegaron a Costa Rica en 1867 venían de las Antillas donde recién se habían separado de Sebastián Quaglieni (artista conocido por sus actos en el Circo Chiarini en México) adaptando el nombre a Orrin’s California Circus.13 Luego regresó a Costa Rica dos años después, en 1869.

Durante esta época continúa la venida de numerosas compañías circenses y acrobáticas a Costa Rica, provenientes de Norteamérica (incluyendo México que es parte de Latinoamérica pero del continente norte), Europa e incluso Japón. Sus rutas eran del norte-sur, desde el sur al norte y por el Caribe.

Es importante hacer un paréntesis para destacar que poco después de la venida del Circo de G. Orrin, en 1869 se inscribe en el Registro Nacional, en la categoría de Defensa y Marina, el Circo Ecuestre de Cartago. Interesante dato ya que el circo moderno14 o clásico inició cien años antes en Inglaterra cuando Philip Astley, un coronel retirado del ejército, desarrolló la acrobacia en caballo en un espacio circular.

Por otra parte, veinte años después en 1889, en el Registro Nacional se inscribe la Sociedad del Circo. No encontramos más datos sobre el Circo Ecuestre ni la Sociedad del Circo.

A partir de los anuncios publicados en periódicos de la época -los cuales son de las escasas fuentes que realizan dicho registro- y un artículo del 2002 por el historiador costarricense Chester Urbina, los circos que visitaron Costa Rica vinieron desde los Estados Unidos, España, México, París e Italia entre 1867 y 1914. Usualmente se instalaron con sus carpas en los alrededores del Parque La Merced o en la plaza frente a la entonces Fábrica Nacional de Licores, hoy en día el Parque España, el Jardín de Paz y el Centro Nacional de la Cultura (CENAC).

Además, en esta plaza se instaló desde 1877 el Circo de San José, quizás lo más cercano a un verdadero circo a lo tico que existió en el país. Arquitectónicamente elegante, el redondel proporcionaba espectáculos con los mejores toros del país e intermedios de acrobacias y pantomima.
Más de cien años después, el malabarista costarricense Roy Chacón revive este primer circo costarricense, presentando sus números de malabares en los redondeles de las fiestas populares durante los intermedios de las corridas de toros.

En los documentos consultados se menciona a la Familia Perea de México como artistas del Circo de San José. De origen mexicano, llegan en 1978 con su propia compañía acrobática y podríamos deducir que se quedaron en el país brindando su tradición circense dentro de las actividades taurinas nacionales.

El Circo de San José cerró –fecha no precisada sino estimada- para antes del 188515. Varios factores incidieron con el fin de esta única expresión costarricense del circo. Su arquitectura no era apta para espectáculos artísticos porque el público quedaba muy alejado de los actos. Además los redondeles con toros eran costumbre en las fiestas patronales, lo cual reducía el interés en una actividad que debía pagarse. Se agrega lo inconveniente del clima dado que en San José la época lluviosa abarca varios meses del año.

También influyó, la situación demográfica, socio-económico y cultural que iba cambiando con el incremento de la población, la mayor cantidad de diversiones que llegaban a San José e incluso un tipo de subvención a espectáculos públicos a ciertos sectores de la población considerados de interés estatal.

Durante esos mismos años llegaron circos internacionales con sus carpas y espectáculos impresionantes. El Circo Chiarini proveniente de Italia con su show ecuestre atraía a todo el mundo en 187916. Una de las grandes corporaciones de circo mundiales que incluso en muchas ocasiones compraba las propiedades donde montaban sus carpas. Uno de los periódicos de la época lo describe como el mayor espectáculo visto por los costarricenses. El Preludio del 19 de enero del 1879 en la página 14 dice que desde su primera función estuvo con carpa llena: “quisiéramos hacer una descripción exacta de los trabajos ejecutados, pero siempre será pálida la pintura de tan sorprendentes espectáculos.”

El Circo Chiarini también visitó el país en 1893 y 1896.

También, entre los primeros circos que visitaron el país figura el Gran Circo Parisiense que en realidad era cubano. Y durante ese mismo año llegó El Circo Gómez de México que entre sus artistas traía un burro sabio, un león, un tigre y un cocodrilo.

Además, entre 1878 y 1881 visitaron el país compañías acrobáticas. La Compañía de Acróbatas “Atletas de Ambos Mundos Hispanoamericanos” y la Compañía de Acróbatas y Equitadores de la Familia Perea de México (1978). Y en 1881 otras dos compañías acrobáticas de Norteamérica y la de Savino Escarreola17.

Los actos que atraían grandes cantidades de público de todos los circos que llegaron entre 1867 y 1914, incluían acrobacias sobre caballos, zancos, contorción, pulsadas, equilibrios sobre alambre, perchas y payasos. Desde 1893 además de los caballos, los espectáculos incorporaban atractivos y exóticos animales como elefantes, tigres, burros, monos y osos.

Los primeros circos que vinieron a Costa Rica fueron presenciados por la clase media-alta. En 1896 jóvenes costarricenses de las familias acomodadas de la capital, presentaron actos de comicidad (payasos) con el Circo Chiarini durante su tercera visita al país18. Esto evidencia la continua relación que se desarrollaba entre los circos itinerantes y la sociedad costarricense.

Pronto el circo empezó a recibir a todo público. En 1888 aparece la primera referencia de espectáculos a la gorra por el Gran Circo Americano19 evidenciando un acercamiento a la población popular. También comenzaron a presentarse en el Hospicio de Incurables como parte del pago al gobierno para poder instalar sus carpas20. En 1906 durante el espectáculo del Circo Águila Milanesa tuvieron que mandar refuerzos de policía para calmar al público que estaba dañando la carpa21.

En este mismo año el Estado empezó a regular fuertemente los espectáculos públicos y de teatro. Costa Rica se encontraba en una etapa de fortalecimiento del Estado, donde el mismo gobierno jugaba el rol de mediador de los derechos individuales con fines de control cultural y con la pretensión de disminuir los movimientos políticos que estaban empoderando a la clase trabajadora internacionalmente.

Dentro del “Reglamento de Espectáculos Públicos y de Teatro” de 1906 se establece la regulación directa al circo. Cada artículo detalla desde las condiciones de los teatros y lugares de los espectáculos; la revisión por parte de las autoridades locales de la programación antes de ser anunciada; la venta de las entradas, la hora de inicio y fin del espectáculo, el comportamiento del público; hasta el contenido del show, la forma de su desarrollo y el vestuario de los actores.

Así se puede explicar la poca información encontrada sobre circos desde 1912, año en el cual llegaron un par de circos itinerantes22, terminando con el cierre de uno por el gobernador de San José, hasta los 1950s cuando llega el Circo colombiano Royal Dumbar que marca un nuevo camino para el desarrollo del circo en Costa Rica.

Así llegamos al cierre de esta etapa de circo en Costa Rica.

IV. Circo tradicional en Costa Rica- Siglo XX

El circo tradicional es quizás el que mayormente nos evoca imágenes de las artes que nos ocupan: la carpa itinerante, la familia, los animales amaestrados, los payasos de nariz roja, los equilibristas, las niñas contorsionistas y los diestros acróbatas aéreos.

Durante 1950 a 1995 aproximadamente, encontramos en Costa Rica memorias de familias que tuvieron el arrojo de fundar su carpa y girar durante algún tiempo en la geografía nacional.

Aunque nos referiremos al periodo mencionado, es importante irse unos años atrás para comprender el contexto nacional dado que “a partir de 1940 se inicia en el país una serie de transformaciones que llevaría al perfilamiento de un nuevo tipo de Estado, lo cual incidirá en el ámbito de la cultura”23.

Se impulsó un Estado de tipo paternalista, social o de bienestar que asumió que la cultura podía ser una vía, junto a otras, para acceder a la “igualación social”. Se creó una política cultural, inserta en el conjunto de las políticas sociales, que estableció las bases de la institucionalización de la cultura. En 1971 se crea el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes24.

Si bien se establecieron las garantías sociales con cobertura de educación, salud y cultura, también implicó la instauración de numerosos impuestos, ya veremos.

Las carpas que se levantaron en esas fechas, se caracterizaron por ser erigidas por centroamericanos y suramericanos que llegaron con circos internacionales o atraídos a Costa Rica por el único circo liderado por una costarricense y su esposo: el Circo Miller.
Gracias a la llegada del Circo Royal Dumbar de Colombia en 1955 se gesta la fundación del Miller. Ana Ramírez, joven costarricense de oficio costurera, asiste a todas las actividades relacionadas con el montaje del espectáculo, a las presentaciones y al cuido de los animales. Así en una de sus visitas conoce al domador, el Capitán Miller y se enamoran. Fue a “amor a primera vista” referirá su hijo menor, Juan Carlos al recordar la historia de sus padres.

Ana entonces decide dejar su ciudad natal y viajar con el circo. Asiste a su esposo con el número de la elefanta Judy, rutina en la que ella subía y se sentaba encima del enorme animal o se acostaba en el piso mientras el paquidermo pasaba caminando encima de ella sin pisarla. Además, Ana se dedica a vender palomitas de maíz y algodón de azúcar, ahorrando un capital que prestó varias veces a la dueña de Royal Dumbar cuando las finanzas del circo flaqueaban.

Con el Royal Dumbar viajan por las ciudades más importantes de Suramérica y el Caribe hasta 1968 cuando el circo cierra en Haití. Les conceden la elefanta Judy como parte del pago a Miller, la venden, compran dos chimpancés y se quedan un año trabajando en ferias en Panamá. En ese mismo año regresan a Costa Rica y fundan el Circo Miller con los ahorros de los negocios de Ana y del trabajo con los chimpancés.

El capataz del circo Royal Dumbar, de origen chileno Jorge González y su esposa venezolana, Yolanda se vienen con ellos y les ayudan en el inicio del novedoso emprendimiento. Jorge se convierte en el capataz del nuevo circo e invita a trabajar a su hijastro colombiano Jorge López, quien luego se convertiría en el payaso Chipichape y desarrollaría otras habilidades artísticas.

Como en Costa Rica no había artistas circenses se fueron en su búsqueda por Centroamérica donde si existía una tradición de circo. Así, Ana conoce a la familia Rivera Álvarez que trabajaban en el Circo Chocolate. El papá, Santiago, además de ser el capataz del circo, hacía de payaso y practicaba el rola-rola25. Sus tres hijas Rosa, Doris y Silvia, desde niñas aprendieron diferentes disciplinas aéreas. Su hijo Roberto también presentaba el rola-rola. Se vienen con Ana a trabajar, de igual forma que otras familias, como los Torres de Guatemala.

El espectáculo del Circo Miller consistía en alambre alto26 que lo realizaba el ecuatoriano apodado “El Pescado”, quien también hacía pulsadas27. Su esposa, Vilma Torres era de familia de circo. Sus hijos presentaban números de malabares, alambre, monociclo, la onda, contorsiones, trapecio, volantes y coreografías de ballet. Miller hacía magia: baúl, sacar flores del cilindro o de un pañuelo. El malabarista Roy Chacón, el único tico, trabajó con ellos un tiempo. Rosa Rivera realizaba el giro de la muerte. Jorge López apodado “Papi George” junto con el hermano de Rosa hacía la pareja de payasos Chipichape y Guachina, respectivamente.

Después de realizar giras durante 19 años en Costa Rica, Nicaragua y Panamá, cierran en 1987 principalmente por una epidemia de dengue que azotó el país y porque parte del elenco decide marcharse. Miller y Ana deciden entonces darse un descanso mientras se soluciona la crisis nacional de salud pero finalmente no hay regreso. Miller referirá una causa paralela al cierre relacionada con los altos importes que tenían que pagar al gobierno costarricense: 6% a la Municipalidad, 2% al teatro nacional, 13% de impuesto sobre las ventas, entre otros.

Durante la existencia del Miller, una de las hijas de la familia Rivera Álvarez, Rosa se enamoró de Jorge López. Tuvieron tres hijos que desde muy chiquitos estuvieron en el Circo y continuaron formándose en las artes circenses incluso cuando el Circo Miller cerró. Ellos mantuvieron la tradición por varios años con el Circo Royal Play y luego en presentaciones de calle.

Por esas mismas fechas, exactamente en 1971, otra familia proveniente de Colombia se estableció en el país. Los López Pineda llegaron con el Gran Circo Continental para quedarse. Luis Fernando López, mejor conocido como el payaso Chicharrón se da a conocer en la calle por sus zancos de 3 metros de altura anunciando las ofertas del conocido almacén Simons y otras tiendas. Luego la puerta que le convierte en famoso y recordado por el público costarricense es el programa de televisión “El Club de Dentín” transmitido por Canal 7.

En 1987 la familia López Pineda por fin logra su sueño: levantar su propia carpa. El circo “Las Estrellas de Chicharrón” giró por el país durante tres años, logrando superar grandes inconvenientes como cuando un viento en Heredia desbarató la carpa. Sin embargo, no pudieron continuar porque las pocas ganancias no alcanzaban para pagar los numerosos impuestos y permisos. Tuvieron que adaptar los números del payaso Chicharrón, el payaso Yoyito, el mago Ronny Ankara (personajes de Henry el hijo mayor), las acrobacias aéreas, todos los espectáculos y elementos del circo a espacios alternativos como salones comunales, hasta el día de hoy.

Otro de los artistas del Circo Miller que es importante mencionar, tanto por su enorme talento como por ser el único costarricense que trabajó en circos tradicionales en el periodo referido, es Roy Chacón. Oriundo de Nandayure, Guanacaste, empezó su carrera desde muy joven en el Miller y trabajó con todos los circos que giraron en el país. Como malabarista se ha presentado en programas internacionales y es muy conocido en los redondeles de toros durante las fiestas comunales. Ostenta un record mundial por manipular siete pelotas de ping pong con la boca y las manos.
Es importante destacar que en la misma época que cerró el Circo Miller, el Circo Suárez de México visitó el país y tuvo problemas con las autoridades del Ministerio de Salud por “el mal olor, las moscas, el ruido, la basura y los deshechos de los animales”.

Este momento marca el aumento del control inter-institucional sobre los espectáculos de circo con carpa, lo cual luego presentó muchos problemas no solo para los circos visitantes, sino para los circos tradicionales de Costa Rica, Chicharrón y sus Estrellas y el Royal Play, los cuales finalmente abandonaron la magia de la carpa en los 1990s.

Conclusiones

Las artes circenses en Costa Rica están presentes en la cultura popular, no solo por su auge reciente como expresión artística y entretenimiento, sino también por sus raíces conectadas a rituales y tradiciones presentes desde la época precolombina.

Se identificaron dos épocas en las cuales el aumento del control sobre espectáculos públicos por el Estado costarricense afectó el desarrollo del circo; a principios y fines del siglo XX.

La primera época corresponde al fortalecimiento del Estado y resultó en una estricta reglamentación sobre teatros y espectáculos públicos, lo cual constituyó una limitante para este arte itinerante. Dicha variable consideramos es vital para que no se desarrollara un circo nacional ni las artes circenses paralelamente a otras artes escénicas como el teatro y la danza.

Durante la última década del siglo XX las últimas carpas de circo que fueron fundadas en el país tuvieron que cerrar dadas las dificultades burocráticas –requisitos- para montar y girar con la carpa, lo cual aumentaba los costos y por ende convirtiéndola, no solo en una actividad agotadora, sino que nada rentable.

De todas formas, el circo en Costa Rica, aún sin un profundo desarrollo en el territorio nacional como en otros países del continente, conecta con la historia circense universal y actualmente forma parte del auge mundial que se manifiesta a través del nuevo circo.

Conocer sobre las condiciones socio-económicas e histórico-culturales de las etapas identificadas en este estudio esperamos propicie la conformación de identidad, así como un mayor desarrollo del potencial creativo del nuevo circo en Costa Rica.

1Julio Revolledo, mexicano, historiador de artes circenses y circo en México.
2Seibel, Beatriz. Cuadernos de Picadero Nº 22, Instituto Nacional del Teatro, Buenos Aires, abril 2012.
3 Ibíd.
4 Ibíd.
5 Ferrero, Luis. Costa Rica Precolombina. Editorial Costa Rica, 1987.
6http://andresdelbosque.com/docs/tesis1.pdf

7 División Territorial Administrativa de Costa Rica 1883, disponible en: http://ccp.ucr.ac.cr/bvp/mapoteca/CostaRica/generales/atlas_censal/
8 Anuario de la Oficina de Estadística 1915 disponible en: http://ccp.ucr.ac.cr/bvp/pdf/anuariocr/an1915/anuario-15_02.pdf
9 El Valle Central denomina la Región Central del país e incluye las ciudades de San José, Heredia, Cartago y Alajuela.
10 Publicado en la Revista Parlamentaria. San José: Asamblea Legislativa, vol. 6, n. 2, diciembre 1998. pp. 151-168.
11 Ibíd.
12 La Gaceta Oficial. Año VII. N°2. 21 de marzo de 1867, pág. 5.
13 Revolledo, Julio. “El Siglo de Oro del Circo en México”. Colección Javier Sáinz Moreno. 2010.
14 Revolledo, Julio. “El circo en la cultura mexicana”. dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2540904.pdf
15 Jiménez, Elías. Reproducción. San José. 20 diciembre 1929, pág. 360.
16 El Preludio. 21 de enero del 1879, pág. 2.
17 Urbina, Chester. Circo, Nigromancia y Prestidigitación en San José (1867-1914): Una Aproximación Desde la Historia Social. Revista Ciencias Sociales. UCR. 2002.
18 Ibíd.
19 La República. 28 diciembre 1888. Pág. 2.
20 Primera referencia para recaudar fondos para el Hospicio de Incurables en El Comercio de 5 de marzo del 1887.
21 Urbina, Chester. Circo, Nigromancia y Prestidigitación en San José (1867-1914): Una Aproximación Desde la Historia Social. Revista Ciencias Sociales. UCR. 2002.
22 No se precisa su nombre en las fuentes consultadas.
23 Molina Cuevas, Rafael. Artículo “La Cultura en Costa Rica: Una permanente construcción”. Publicado en la Revista Parlamentaria (San José: Asamblea Legislativa, vol. 6, n. 2, diciembre 1998) pp. 151-168.
24 Ibíd.
25 Rola-rola: Es un número de equilibrio que se ejecuta sobre una tabla encima de un cilindro o rodillo.
26 Alambre alto: Equilibrios sobre una cuerda tensa ubicada a altura.
27 Pulsadas: Variaciones de paradas de mano.

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